Lo escucho una y otra vez. “Soy alguien estoico”, me dicen muchas personas y verdaderamente creería que muy pocas de ellas son seres estoicos por práctica. Entonces, entendamos en primer lugar a que nos referimos con el ser “estoico".
Según el fundador de la escuela del estoicismo Zenón de Citio (filósofo griego); la razón lo es todo y por ende la pasión no nos sirve. Argumenta que el universo está conformado de un “logos”, todo debe ser lógico para ser armónico. Entonces, todo está de alguna u otra forma relacionado y todo afecta a lo demás. La pasión distorsiona el logos; por consiguiente, al ser conscientes del hecho podemos elegir no reaccionar. El filósofo expone que la lógica implica pensar antes de reaccionar. La templanza y la moderación son valores éticos muy relacionados al estoicismo ya que son una forma de aportar a la armonía del logos.
Si hay algo que me gusta de esta escuela es la idea de que podemos “aportar a la armonía del logos” sincronizando nuestras acciones con la frecuencia en la que está codificado el universo. Es una visión muy espiritual con la que me siento alineada; apoyando la concepción de que tenemos la habilidad de obrar alineados a frecuencias altas (bajo el agradecimiento y el amor) y vivir en armonía. Sin embargo, el problema del estoicismo recae en que tiende a generar cierta sensación individualista o conformista de que es imposible cambiar el mundo y que solo podemos controlar nuestras reacciones con respecto a todo lo que sucede.
Hablando con un amigo mío escuché que el estoicismo puede ser visto como “serenidad ante la adversidad”. Además, me comentó que la clave para ser estoico (desde su punto de vista) es identificar que el ego siempre será el mayor obstáculo; viviendo el estoicismo superando los obstáculos con autodisciplina, aprendizaje continuo y quietud.
En teoría, suena bastante bien, ¿no? A pesar de generar una suerte de conformismo, es una escuela que parece solamente traer resultados positivos. Lastimosamente, el ser estoico hoy en día se puso de moda. Muchos son estoicos auto proclamados aunque ante la primera situación sentimental caen en una crisis de identidad. Más de la mitad argumentan que lo que les mueve el piso es un amor excepcional, que nunca jamás sintieron con tal intensidad. ¿Por que tenemos que saltar de extremo a extremo?
Está absolutamente bien querer controlar nuestras emociones, tener mayor responsabilidad afectiva y evitar sentir que nos hieren. Pero, hasta cierto punto, resulta más dañino fingir ser una persona con control emocional y recurrir a reprimirlo todo. Evitamos sentir ciertas cosas entonces no las mencionamos; y de repente somatizamos las emociones.
Tal vez, como todo en la vida, necesitamos encontrar el balance. Aprender a controlar nuestra reacción emocional ante las cosas sin evitar sentir. Hablar con nuestros seres queridos acerca de cómo nos sentimos y explorar más nuestra personalidad frente al amor. La “serenidad ante la adversidad” es un concepto completamente adecuado, siempre y cuando sepamos que la auto compasión viene de la mano con dejarnos sentir y gestionar esas emociones y los sentimientos que se generan de manera productiva. Citando al filósofo romano Séneca: “tratamos al cuerpo rigurosamente para que no le sea desobediente a la mente”, si bien el estoicismo se trata de actuar racionalmente, el cuerpo somatiza rodo aquello que tratamos de ignorar a consciencia.
Escrito por Emilia Badani Reyes Villa
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